El tabú de la homosexualidad en el deporte

La semana pasada se celebró el Día Internacional contra la LGBTfobia en el Deporte, fecha elegida por ser la del nacimiento del primer futbolista profesional en declararse públicamente homosexual, Justin Fashanu, quien se suicidó por las presiones de su entorno más cercano y por la intolerancia de la sociedad británica.

Aunque a día de hoy ya hay deportistas profesionales LGBTI que son visibles y pertenecen a diferentes disciplinas deportivas como son Gemma Hassen-Bey (esgrima), Izaro Antxia (fútbol sala), Vanesa Caballero (boxeo), Laura del Río (fútbol), Kike Sarasola (equitación), Jesús Tomillero (fútbol) y Víctor Gutiérrez (waterpolo) y más que se van sumando, la homosexualidad sigue siendo un gran tabú en el deporte, y más en algunos en especifico como el fútbol o el baloncesto.

La homofobia en el fútbol sigue siendo uno de los temas que más grandes problemas despierta debido a la cantidad de agresiones, insultos y ofensas que en este deporte se han registrado, y su falta de visibilidad con el colectivo LGBT.

En España, de hecho ningún jugador profesional, en activo o retirado, ha manifestado nunca una orientación sexual que no sea la heterosexual, solo Jesús Tomillero, árbitro profesional que estuvo al borde de colgar para siempre las botas al recibir insultos, pedradas e incluso amenazas de muerte, pero que tras una ola de solidaridad decidió continuar con su carrera arbitral e incluso fundó una asociación. 

Y ya no solo son los profesionales sino que a pesar de la cultura de integración y respeto que cada vez más jóvenes reciben, los estadios siguen siendo un terreno lleno de insultos homofóbicos hacia los jugadores o entre los propios hinchas.

Por desgracia, hace tan solo unos meses hubo otro caso de dos jugadoras de fútbol Teresa Abelleira y Patricia Curbelo, ambas jugadoras del RC Deportivo de La Coruña que tras conceder una entrevista en la que hablaron sobre su relación abiertamente tan natural y normal, ambas recibieron tras la publicación insultos homófobos por parte de algunos usuarios en las redes sociales.

A pesar de la dificultad y la presión a la que se enfrentan los futbolistas masculinos, cabe destacar que las mujeres también se enfrentan a insultos homófobos y racistas en competiciones deportivas, con la excepcionalidad de que las mujeres también se tienen que enfrentar a comentarios machistas. A pesar de ello, han sido las mujeres lesbianas y bisexuales del Mundial de Fútbol de Francia quienes han logrado hacer de este el Mundial más inclusivo hasta el momento para la comunidad LGBT. La fotografía de Pernille Herder y Magdalena Eriksson dándose un beso a pesar de su rivalidad, en el mes del Orgullo y coincidiendo con un año en que las futbolistas han reivindicado la necesidad de mejores salarios y mayor apoyo de medios e instituciones, ha conseguido dar la vuelta al mundo y visibilizar por partida doble aquello que hasta ahora no se había visto con tanta fuerza: que las mujeres juegan muy bien al fútbol y, que el fútbol, además, puede llevar las siglas LGBT.

Otro ejemplo de visibilidad es la jugadora de fútbol profesional americana Megan Rapinoe, que en el Mundial de 2019 ganó el oro con el equipo y además ha sido Balón de Oro, Bota de Oro, premio The Best 2019 a la mejor jugadora de la FIFA y MPV.

Con todo, esto no es suficiente y por ello animo a todos aquellos deportistas a que hagan lo mismo porque hay millones de adolescentes LGBT que les agradecerán que referentes sociales tan populares por su profesión también lo sean por ellos por su orientación sexual.

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