
Cada vez somos más conscientes de los alimentos que consumimos, del aporte nutricional que tienen y del impacto que nuestros hábitos de compra y consumo tienen sobre el planeta. O así debería ser.
La comida que consumimos, es decir, nuestra forma de alimentarnos, contribuye de un modo u otro a nuestra salud, pero también a la salud del planeta dejando una huella climática. Concretamente, los alimentos contribuyen al efecto sobre el calentamiento global a través de su cultivo, de cómo se han criado los animales, de cómo se han almacenado, procesado, envasado y transportado estos alimentos a los distintos mercados de todo el mundo.
La manera actual de producir comida para alimentar a la población mundial está afectando de manera muy significativa a los ecosistemas terrestres y marinos, contribuyendo así al evidente cambio climático. No se trata de ser alarmista, pero sí de tomar conciencia con una realidad que ya está aconteciendo y a la que debemos hacer frente.
La necesidad de adaptar nuestra dieta a los límites de los aspectos de sostenibilidad es evidente y, tanto se considera así, que el IPCC se refiere a ellas en su informe como “dietas de baja emisión de gases de efecto invernadero (GEI)”, son dietas balanceadas que requieren menos agua y menos uso de la tierra y causan menos GEI. Se trata de dietas con más alimentos a base de granos, legumbres, frutas, verduras, frutos secos y semillas y alimentos de origen animal producidos de manera sostenible.
Necesitamos replantear nuestro actual sistema alimentario y encontrar nuevas soluciones para alimentarnos en un planeta que sigue creciendo. Estamos ante el reto de encontrar soluciones efectivas para producir alimentos de manera sostenible. La forma en que producimos los alimentos importa, por tanto, importa la forma en que seleccionamos lo que vamos a comer, puesto que puede colaborar con la mitigación del cambio climático y con la reducción en la presión que estamos ejerciendo sobre la tierra. Por otra parte, la concienciación con una dieta más sostenible, además de colaborar en la mitigación de los efectos del cambio climático, probablemente ofrezca unos efectos positivismo en nuestra salud a medio plazo.
